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| Xalapa, Ver. | 05 Ene 2024 - 23:55hrs
Paola Cortés Pérez
Fotos: Cortesía Víctor Hugo Soto Molina
Xalapa, Ver., 06/01/2024. Investigadores del Centro de Ciencias de la Tierra (CCT) de la Universidad Veracruzana (UV) reconstruyeron digitalmente los glaciares que existieron en el Cofre de Perote al final del Último Máximo Glaciar, hace 15 mil años.
El proyecto fue realizado por Víctor Hugo Soto Molina y Carlos Welsh Rodríguez, quienes aportaron conocimiento nuevo –a nivel nacional– en temas de alta montaña, específicamente sobre los glaciares aún existentes, relacionados con el abastecimiento de agua.
En los últimos años se ha observado el desprendimiento o desmoronamiento de rocas al lado de la peña del volcán Cofre de Perote, por lo que los académicos acudieron al lugar para indagar las causas de este fenómeno.
Víctor Hugo Soto dijo que con tal investigación pretendían entender y mostrar la evolución del volcán, sus laderas, valles y lagos. Para ello, retomaron y analizaron los datos arrojados por las estaciones de monitoreo ubicadas en los alrededores, así como publicaciones que sostienen que hace 15 mil o 20 mil años la región central del país –incluida la zona de Perote–, tenía un enfriamiento de ocho grados centígrados en comparación con la temperatura actual.
“Las estaciones las ajustamos a los valores de aquellos años para crear las condiciones y trazar la temperatura que prevaleció en ese periodo. Con base en las evidencias morfológicas se pudo corroborar que hay huellas físicas dejadas por glaciares.”
Con la información obtenida reconstruyeron tres glaciares que existieron en el Cofre de Perote —uno grande y dos pequeños—, los cuales dejaron huellas; por ejemplo, cerca de la cima hay una gran extensión de roca pulida y con ralladuras, como si hubieran sido hechas por un esmeril, evidencia de que hubo hielo glaciar.
El glaciar de mayor tamaño fue llamado Naucampatépetl por los investigadores, que es el nombre náhuatl del Cofre de Perote; mientras que a los dos pequeños los denominaron Infiernillo y Tembladeras.
Descubrieron que alcanzaron un límite inferior a tres mil 300 metros sobre el nivel del mar. En cuanto a extensión, el más pequeño, Tembladeras, alcanzaba medio kilómetro cuadrado; el mediano, Infiernillo, tenía 1.2 kilómetros cuadrados de superficie, y el más grande alcanzaba cerca de los 29 kilómetros cuadrados.
“Para dar una idea, en la actualidad el glaciar del Pico de Orizaba apenas supera el medio kilómetro cuadrado de superficie de hielo”, destacó Víctor Hugo Soto.
Explicó que el aumento de temperatura en el planeta propició la retracción de los hielos, lo cual derivó en una acción erosiva, creándose socavones y depresiones que se alimentaron del derretimiento glaciar, así como de las lluvias y el agua que escurre de las laderas; por lo tanto, las lagunas actuales son resultado de lo que fueron glaciares.
Otro elemento que lo demuestra son los grandes fragmentos de la peña que se están desbaratando, pues al descongelarse el agua se filtra por todas las ranuras existentes, y al solidificarse nuevamente genera una presión que empuja y rompe las rocas, dando origen a los desprendimientos y derrumbes.
Una huella de la existencia de glaciares en el lugar es la forma de “u” que tienen los valles del volcán, las grandes piedras acumuladas en forma lineal y las morrenas glaciares, que son la acumulación de sedimentos, rocas y otros materiales que fueron transportados y depositados por el hielo en movimiento.
La última característica son las estrías en las rocas producto de la ralladura hecha por los sedimentos adheridos al hielo. Todo lo mencionado le hizo saber que son rastros de lo que alguna vez fue un glacial de gran espesor.
Para quien desee saber más sobre el tema, está disponible el artículo científico donde dan a conocer la investigación de forma detallada en la siguiente liga: https://link.springer.com/article/10.1007/s11629-023-8230-3
“Como científicos lo que nos toca es dejar y dar a conocer la historia de lo que alguna vez existió, para que las generaciones posteriores sepan cómo fue la dinámica glaciar del Cofre de Perote.
”La vida de un glaciar es de miles y miles de años, el episodio que vivimos actualmente del derretimiento de glaciares va a demorar cientos o miles de años, pero seguramente vendrá un nuevo episodio de enfriamiento y si todavía existe el Cofre de Perote nuevamente se cubrirá de hielo, permanecerá así unos 10 mil o 20 mil años y después llegará el retroceso glaciar”, concluyó el investigador de esta casa de estudios.