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| | 20 May 2024 - 11:02hrs
Adalberto Tejeda Martínez
Estas olas de calor y de efervecencia política justifican refritear esta historia: durante medio siglo, en materia ambiental, los distintos gobiernos estatales han oscilado entre la acción y la indiferencia irresponsable.
El de Hernández Ochoa (1974-1980) fue el primer gobierno estatal en México con una política ambiental explícita: instituyó la Dirección de Asuntos Ecológicos, habilitó el Parque Ecológico Macuiltépetl en Xalapa; fundó en 1975 el Instituto de Recursos Bióticos, que funcionó trece años y al disolverse heredó algunos de sus profesionales, proyectos e infraestructura al actual Inecol; la Universidad Veracruzana –entonces era dependencia gubernamental– fundó la Licenciatura en Ciencias Atmosféricas; el Servicio Meteorológico y Climatológico estatal adquirió una estación receptora de información satelital para el pronóstico meteorológico, que el siguiente gobernador, Acosta Lagunes, abandonó con total desprecio.
Tuvo que pasar un sexenio con dos gobernadores –Gutiérrez Barrios y Dante Delgado– para que la Dirección de Asuntos Ecológicos volviera a tener relevancia, en el gobierno de Chirinos y bajo la dirección de Francisco Morosini, pero el de Alemán Velasco la envió a un rincón del organigrama en el sector de las obras públicas, es decir, supeditada a la dependencia estatal que más tenía que vigilar. El Servicio Meteorológico estatasl y su archivo de datos climáticos históricos fueron tirados a la basura.
Al final del gobierno de Fidel Herrera la oficina responsable del medio ambiente salió de obras públicas y pasó a ser Secretaría. El Servicio Meteorológico estatal no resurgió como tal, pero sí como una dependencia de la Secretaría de Protección Civil, con instrumentos y profesionales adecuados. En noviembre de 2008 la Universidad Veracruzana, el Inecol, los entonces Instituto Nacional de Ecología de la Semarnat y el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, entregaron al Gobierno del Estado el Programa Veracruzano ante el Cambio Climático, y dos años después se publicó la ley estatal respectiva.
Parece increíble, pero en el sexenio de Javier Duarte hubo una atípica atención a los problemas ambientales. La Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) impulsó, casi siempre a contracorriente del resto del gabinete, políticas de protección al medio y de prevención ante el cambio climático.
En una administración de cuyo desastre financiero no tiene caso abundar, la Sedema se valió del fondeo internacional para impulsar varios de sus programas.
En suma, las oscilaciones han ido de un sexenio a favor (Hernández Ochoa) y dos en contra (Acosta Lagunes y Gutiérrez Barrios+Dante Delgado), otro a favor (Chirinos) y uno y medio en contra (Alemán y Herrera), seguido de uno y medio a favor (Herrera y Duarte). El bienio de Miguel Ángel Yunes sólo siguió con la inercia. El que está por concluir, en concordancia con el federal, en materia de ambiente no sólo fue omiso e ineficiente (ha tenido dos secretarios del ramo con cinco encargados de cambio climático), sino destrucotor de lo avanzado. ¿Para dónde se moverá el péndulo el sexenio que viene? Si lo encabeza José Yunes, no se sabe; si lo dirige Rocío Nahle es previsible: su desprecio por el ambiente, casi un antiecologismo de sobra demostrado en Dos Bocas, prefigura que completaría la destrucción.